Venezuela ha estado viviendo cambios visibles para los ciudadanos. Una mayor circulación de divisas, mejores salarios que en años anteriores (al menos en el sector privado) y la estabilización del tipo de cambio han sido claves en este nuevo panorama; ya sin hiperinflación que mantenga en vilo a los venezolanos sobre el nuevo precio que tendrán los productos más básicos en cuestión de horas.
Ahora, se suma una nueva posibilidad. Paradójicamente, lo que está habilitando esa nueva opción para Venezuela es un acontecimiento terrible: la guerra. La ola de sanciones y bloqueo generalizado a Rusia, a raíz del conflicto armado en territorio ucraniano; ha hecho que Estados Unidos se replantee su postura para Venezuela. Todo por el petróleo, la principal fuente histórica de ingresos para el país suramericano.
Hace apenas unos días, se conoció que una delegación oficial del gobierno estadounidense estaba en conversaciones con el gobierno de Nicolás Maduro. ¿La intención? Volver a negociar la venta de crudo venezolano a Estados Unidos, algo que abarataría costos para ambas partes y podría aliviar la economía venezolana con mejores ingresos petroleros.
Solo hay un pequeño problema: de momento, la administración de Joe Biden ha negado que estén directamente negociando crudo de Venezuela. Al menos, según la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki; ha dicho un «por ahora» con respecto al tema, a pesar de haber reconocido un acercamiento para tratar temas económicos. El tema energético estuvo sobre la mesa, reconoció la Casa Blanca, aunque luego negara que haya alguna negociación en curso en la actualidad.
Pero, ¿cómo podría servirle a Venezuela retomar la venta de petróleo a la mayor potencia económica de este lado del mundo, a pesar de las claras diferencias y desencuentros políticos entre las partes?
Venezuela, entre mejores precios y baja producción petrolera
Dos analistas coinciden en que la posibilidad de retomar la negociación de crudo con Estados Unidos podría ser beneficiosa para Venezuela. Sin embargo, también concuerdan en que no es tan sencillo.
Eduardo Gavotti comentó en contacto exclusivo con este medio que, en principio, el impacto de esta hipotética negociación «depende del tipo de acuerdo al que se llegase». Al respecto, reiteró que no hay nada concreto hasta la fecha.
Pero si Venezuela retomase el comercio de petróleo con Estados Unidos sería algo positivo puesto que esto implicaría un levantamiento o una reducción de las sanciones impuestas al país, por un lado, y por el otro la recuperación de un socio comercial importante.
Eduardo Gavotti, analista de mercados
Por su parte, el economista Aarón Olmos argumentó que hay una oportunidad de comenzar a percibir ingresos por concepto de venta de petróleo que habían dejado de ingresar. Pero no sin una gran traba en el proceso: «el estado de la industria petrolera no es el mejor».
Una industria local que otrora producía más de 3 millones de barriles al día, llegó a caer hasta los 400.000 barriles diarios el año pasado. Y aunque ha vuelto a producir alrededor de unos 860.000, según datos de la Cámara Petrolera de Venezuela, esta cifra sigue muy por debajo de un nivel óptimo.
De hecho, el presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela, Reinaldo Quintero, aseguró entrevistado en un medio local que él sí ve viable un aumento en la producción de crudo. Incluso, hasta el nivel de los 1.200 millones de barriles al día. Y en ese escenario, el país cubriría parte importante de la demanda del sector energético en un mercado que requiere de esa labor por parte del país.
Dejando al margen los índices bajos de producción, Olmos aseguró que el hecho de que «se vuelvan a abrir las puertas para venderle crudo a los Estados Unidos para la generación de ingresos por vía de exportación tradicional para el país, sería tremendo».
A falta de producción, mayores reservas probadas en el mundo
Para que el impacto sea el necesario para una recuperación económica en Venezuela, sería necesario optimizar esa producción. Y para ello, se requiere mucha inversión, dice el especialista.
La infraestructura a nivel general sufre de desinversión. Lo que se puede ofertar no es lo mismo que antes. Los precios habían estado subiendo, eso generaría más ingresos. La producción se pudiese comerciar a precios interesantes y por esa vía comenzaría a entrar otra vez dinero a Venezuela.
¿Retomará el lugar que llegó a tener años atrás en el mercado global? Gavotti no lo cree, porque «para ello tendría que incrementar significativamente su producción». Pero no todo está perdido, o al menos hay todavía una ventaja para Venezuela: «seguirá siendo relevante por el tamaño de sus reservas probadas», en palabras del analista.
Olmos coincide en la importancia de las reservas petroleras venezolanas. Las mayores en el planeta, cabe recordar. Ese elemento, dijo, le garantiza todavía al país un puesto de relevancia en el mercado global. Agregó sobre este punto que el acercamiento de Estados Unidos es importante. «Pero estaríamos generando más si tuviésemos una mejor situación a nivel de la industria».
Habría que aumentar la producción. Evidentemente para eso hay que invertir, para invertir hay que no solamente tomar dinero que provenga de la actividad económica para repotenciar y elevar la capacidad de producción, sino también Venezuela tendría que quizá solicitar créditos internacionales no solo para levantar la industria sino mantenerla en funcionamiento. Efectivamente, Venezuela pudiese obtener un puesto siendo proveedor, siempre y cuando se recupere el aparato productivo.
Aarón Olmos, economista
Si Venezuela se recupera económicamente, ¿qué pasara con las criptomonedas?
Venezuela ha estado por algunos años ya en el radar del mundo bitcoiner. Los índices inflacionarios, e incluso el escenario de hiperinflación que se mantuvo por un buen tiempo se conjugaban bajo un escenario de necesidad para dar a bitcoin un caso de uso propicio en la región.
En efecto, el mercado venezolano respondió positivamente a esa percepción, y llegó a posicionarse entre los países con más volumen en mercados P2P como el de LocalBitcoins, e incluso se posicionó en los índices globales de adopción de firmas analíticas como Chainalysis.
Gran parte de este comportamiento ha sido atribuido a dos factores principalmente: bitcoin como reserva de valor para combatir la inflación local; y el uso de esta y otras criptomonedas como una válvula de escape para acceder a mercados foráneos, ante el bloqueo de infinidad de servicios para los venezolanos.
Ambos escenarios han cambiado en los últimos meses. Venezuela salió ya oficialmente de la hiperinflación, mientras más servicios financieros parecen retomar el mercado venezolano. ¿Seguirá siendo entonces necesario bitcoin en este contexto si sumamos mayores ingresos por petróleo para el país?
Gavotti no encuentra correlación. Para él, el mercado de criptomonedas local va más allá de estas dificultades económicas, pues «cumple una función de sistema de pagos alternativo al sistema tradicional, por la pérdida de confianza casi absoluta en la moneda nacional».
A esto, se suma la facilidad de transar con stablecoins como USDT, que se ha ido ganando un sitio entre los venezolanos principalmente por el uso de Binance. Además, se refirió a la oportunidad que encuentran los venezolanos en cuanto a inversión. Particularmente, ante la falta de acceso a los mercados globales.
Olmos, por su parte, relativizó lo que algunos en las calles perciben como una recuperación de la economía local. «Si bien Venezuela está saliendo de la hiperinflación, todavía es el país con la mayor inflación en el mundo. El hecho de que la inflación de Argentina en un mes haya sido superior que la de Venezuela no quita que el acumulado siga siendo muy grande en términos de comparación», señaló.
¿Y dónde queda parado el petro en esta ecuación?
Parece mentira. Pero el petro, la moneda digital creada por el gobierno venezolano, cuyo valor se anclaría a una canasta en la que predomina el petróleo; ya tiene cuatro años. Y a pesar de que hubo un tiempo en que el petro estaba presente de forma casi absoluta en la agenda económica que presentaba Maduro ante la opinión pública, de un tiempo para acá eso ha cambiado notablemente.
«El petro ya cumplió cuatro años en la economía venezolana, en febrero. Y fíjate que no hicieron mucha mención de ello», nos comentó Olmos. Es decir, que ese relativo silencio puede ser muy claro en cuanto a la baja usabilidad y aceptación del petro en el país.
Antes, no solo era parte del discurso con predominancia del gobierno; sino que se intentó incluir en diversos servicios estatales como forma de pago. Pero, a pesar de eso y del precio definido de forma oficial en torno a los 60 dólares, el mercado secundario lo desvalorizó considerablemente.
Desde hace un tiempo, el valor del petro fue alcanzando la expectativa inicial del gobierno, «pero no es que tú vez que todo el comercio y los servicios estén habilitados para aceptarlo como medio de pago», agregó Olmos.
¿Podría una revitalización de la industria petrolera y la negociación con Estados Unidos cambiar esto? En principio, hay más preguntas que respuestas. Especialmente, porque el hecho de que se vuelva a vender crudo al país norteamericano no implica un levantamiento al veto del petro en el mercado internacional que impuso precisamente el gobierno estadounidense.
Lo que sí llama poderosamente la atención es que hace cuatro años, cuando esta orden ejecutiva 13.827 salió y se prohibía las operaciones con petro en los mercados internacionales; principalmente en Estados Unidos, el aplicativo del petro que estaba disponible en Google Store fue retirado; hace pocos días lo volvimos a ver en prueba para que las personas la usen. Puedes ver operaciones, actividades… llama la atención que precisamente en este acercamiento veamos que ahora otra vez está por allí la PetroApp.
Aarón Olmos, economista venezolano
En efecto, la PetroApp está disponible en una fase de pruebas en Google Play Store. Y tomando en cuenta que Google se rige por las normativas estadounidenses; realmente es algo llamativo.
¿Vendrá una nueva ola de intentos del gobierno por darle un lugar al petro en la economía venezolana? Olmos cree que tendría que ser por la vía de la imposición. Quizá a través de servicios como el transporte público gestionado por el gobierno, el Metro; o para la obtención de las bolsas de alimentos subsidiados del sistema Clap.
Pero, de ser así, el economista advierte: «Recordemos que un criptoactivo no se obliga. Pierde aún más sentido. Sabemos que el petro no es libre y descentralizado y el ejecutivo es quien determina qué uso va a tener. En cuatro años de existencia. La única manera de que tenga uso generalizado es que tenga usabilidad».