Los efectos y daños de las guerras se extrapolan, casi siempre, a quienes menos tienen que ver en esos conflictos. En el caso de la actual escalada bélica entre Rusia y Ucrania, países de Occidente reciben el daño colateral. Un ejemplo es Estados Unidos, donde el precio de la gasolina se ha incrementado a raíz del aumento en el costo del barril de petróleo. Lo alarmante es que la energía eléctrica también pudiera sufrir el mismo efecto, lo que iría en detrimento de la minería de Bitcoin (BTC).
Estados Unidos, si bien es un país productor de crudo, también es un gran importador de petróleo. En general, esta materia prima está sujeta a subidas y bajadas en su precio a raíz del principio básico de la economía y el comercio: oferta y demanda.
Rusia es el noveno país que más exporta crudo a EE. UU., que envió poco más de 90 mil barriles diarios a ese país en diciembre; y uno de los principales –sino el mayor– vendedor de petróleo a los países de Europa. Estas naciones, en su mayoría, rechazaron las acciones del presidente Vladimir Putin y su invasión a Ucrania y; por tanto, decidieron no seguir comprando petróleo a la nación euroasiática. Esto mismo hizo Estados Unidos, que hace unos días prohibió la importación de combustibles fósiles con etiqueta ‘Made in Rusia’.
Esto derivó en que una gran demanda de petróleo acaeciera sobre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), liderada por Arabia Saudita, lo que incrementó severamente el precio del crudo que expende esta asociación. Se estiman, al cierre de esta nota, unos USD 120 por barril de petróleo OPEP en promedio.
Estados Unidos, que no es miembro de la OPEP, sí compra millones y millones de barriles de petróleo a la organización. Por eso, el país norteamericano, por la guerra y por no utilizar sus reservas petroleras, se ve en la necesidad de invertir más para adquirir el «oro negro» que, entre otras cosas, surte básicamente a toda la industria nacional norteamericana.
Evidentemente, a mayor inversión, más precio adquiere la gasolina, el subproducto del petróleo que se procesa en las grandes refinerías al sur de Estados Unidos y que luego es llevado a través de oleoductos a los más de 50 estados que conforman esa nación. Solo por ejemplificar, en California, al este de EE. UU., se han tocado máximos de USD 5,44 por solo 3 litros de gasolina.
Pero más allá de la gasolina, la energía eléctrica estadounidense es producida, mayoritariamente, por fuentes fósiles. Sí, como el petróleo. También entran el gas natural, el carbón y demás organismos contaminantes del ambiente.
En ese país, hay plantas térmicas encargadas de procesar el petróleo y en ellas hay turbinas de vapor que convierten la energía térmica -producida por la combustión del crudo- en energía mecánica, que luego funge como una suerte de generador eléctrico.
Para esto suele utilizarse petróleo local, pero el importado también juega un papel importante, a sabiendas que, por día, más de 22 millones de barriles de crudo son consumidos en los Estados Unidos.
Por eso, y además del incremento en el precio de la gasolina, pudiera verse un aumento en el precio de la electricidad que es consumida en Estados Unidos a raíz de la guerra. El petróleo, que se negocia en un entorno de mercado global de materias primas, tendría un importante protagonismo si creciera el costo de la vida en EE. UU.
Una plausible afectación a la minería de Bitcoin
Aquí llega la afectación a la minería de Bitcoin. Sucede que Estados Unidos lidera, actualmente, el hashrate global. Alberga el 35% del poder de cómputo para procesar la red Bitcoin, un número alcanzado a raíz de la migración de mineros que escaparon de China.
Ese hashrate se debe a cientos de granjas de minería de Bitcoin que hay en los distintos estados de EE. UU., las cuales se han visto beneficiadas en los últimos meses en términos de competitividad y abastecimiento de equipos y repuestos, por ejemplo.
Pero esas granjas, al menos en su mayoría, se apoyan en la energía que está distribuida en las redes eléctricas estatales y que, por lo general, se sustentan de la producción energética con combustibles fósiles, de la cual hablamos más arriba.
Muchas granjas dependen de la energía producida con petróleo
En el caso de Riot Blockchain, que es una de las empresas mineras más grandes de Estados Unidos, su granja Whinstone, en Rockdale, Texas, tiene una capacidad energética de 750 MW, los cuales son abastecidos por la red estatal. Esto es especialmente relevante, porque esta planta minera es una de las más importantes del mundo por su enorme capacidad.
Core Scientific, en tanto, tiene granjas en el medio oeste y sur de los Estados Unidos y su capacidad eléctrica de 150 MW también se surte de la red estatal, pagando en promedio unos USD 0,085 por kWh. Sucede lo mismo con BoxMiner, una empresa con sede en Ohio que tiene una capacidad de 6 MW y que cancela USD 0,06 por kWh.
Si se habla de Blockware Solutions, esta empresa con granjas en Kentucky y Pensilvania se surte de la red eléctrica estatal y tiene una capacidad de 65 MW. Para operar, debe pagar apenas USD 0,069 kWh.
Si bien son precios ligeramente más altos en comparación con otros países, como Venezuela; donde se pagan hasta USD 0,010 por kWh; la actividad minera en Estados Unidos se ha expandido notablemente por los beneficios que ofrece a quienes quieran dedicarse a minar Bitcoin.
Por eso, y ante un metafórico aumento en el costo de la electricidad; estas empresas mencionadas (además de las otras que dependen de la red eléctrica) podrían ver un poco cuesta arriba el mantenimiento de sus operaciones, incluso cuando en Estados Unidos la minería pudiera no ser objeto de impuestos y gravámenes.
Energía renovable, ¿la solución?
En Estados Unidos, hay empresas como Cleanspark que, a través de la energía nuclear, eólica, solar e hidroeléctrica, surte sus granjas en el estado de Nueva York y en Georgia; lo que le permite mantener la generación de bitcoins en una operación constante.
Otra similar es Scate Ventures, con sede en el estado de Washington, al noroeste de EE. UU. Esta granja se surte de energía hidroeléctrica y tiene una capacidad total de 12 MW para operar. Debe pagar unos USD 0,0725 por kWh.
Las fuentes renovables que utilizan estas empresas les otorgan la suficiente capacidad energética para mantenerse operando; sin temer por un repunte en el precio del crudo. Esto es importante, sobre todo si se toma en cuenta que no hay, hasta ahora; alguna señal que indique que la guerra que se libra en el este de Europa esté por terminar.
Y más allá de la guerra; resulta interesante que estas empresas se cubran de un posible aumento en la electricidad a sabiendas que hay conversaciones en curso entre China y los países árabes rara que se comience a negociar el crudo con el renminbi o yuan chino; debido a la pérdida del dólar como una moneda intercambio internacional.
Viendo esto, quizás ese sea el destino de las empresas mineras estadounidenses: utilizar energías renovables. Esto sería positivo desde dos puntos de vista. El primero es que se eliminaría la dependencia de una fuente no renovable para seguir minando. El segundo es que se contribuiría con la narrativa de que la minería de Bitcoin no necesariamente tiene que contaminar al ambiente.