Un icónico diálogo que se da entre Obi Wan y Anakin es una potente manera de ejemplificar cómo el fanatismo puede llegar a cegar, hasta el punto en que cometemos errores que alguna vez condenamos como «deshonestos», «imperdonables» o, incluso, «insensatos».
Hoy en día algunos bitcoiners pueden llegar a verse reflejados en el espejo de Anakin. Por ejemplo, muchos usuarios son contribuyentes activos en Internet y difunden sobre los beneficios que pueden generar estos activos. Sin lugar a dudas, hay un preciado sentido de tribu, en donde nos seguimos entre todos y colaboramos para hacer la comunidad más fuerte.
También estas muestras de entusiasmo pueden llegar a tonarse toxicas. Ocurrió con J.K. Rowling hace unos años atrás y otros tantos famosos. Cuando alguien critica o pregunta sobre la criptomoneda. Una legión de apasionados usuarios empiezan a responder de forma frenética sobre “lo milagroso que puede ser Bitcoin en tu vida”.
Aquellos que trabajan en un medio que se dedica exclusivamente a reportar noticias sobre este ecosistema, no es la primera vez que una opinión propia o de algún compañero ha sido «satanizada» por no considerarse favorable para la narrativa de Bitcoin.
Hablemos de las opiniones
Las opiniones, son opiniones. Sin embargo, cuando se trata de informar, no se busca convencer a nadie o promover algo. El trabajo periodístico es muy distinto al publicitario y, a veces, algunos miembros de la comunidad de criptomonedas parecen olvidarlo. Como medios de comunicación de este ecosistema, se les pide que informen la verdad, pero algunos leen «la verdad» únicamente bajo los parámetros de qué noticia conviene al precio de bitcoin y cuál no.
Cuando hablamos «bien» de la criptomoneda, ya sea informando una subida de precio, su adopción en algún negocio o una inversión millonaria; entonces estamos difundiendo de manera «correcta la palabra de Satoshi». Pero si, por el contrario, informamos que el mercado está en tendencia bajista: que alguien ha perdido dinero por hacer una mala inversión; o se señala un comportamiento reprochable dentro de la industria, inmediatamente se convierten en los enemigos de Bitcoin. No hay medias tintas, así como tampoco parecen entender el verdadero trabajo de un periodista.
Los medios de comunicación no están para complacer a una empresa, un individuo o una organización. Al menos, teóricamente no debería ser así. Sabemos que a la hora de la práctica, no son pocos los periódicos y canales informativos que utilizan sus plataformas para promover sus propias narrativas. Hace unos años atrás, la mayoría de la prensa tradicional desacreditaba a Bitcoin sin bases y argumentos consistentes. ¿Por qué lo hacía? Por falta de conocimiento y poca conveniencia. No obstante, también muchas veces se publicaban preocupaciones razonables sobre la volatilidad del mercado, el preocupante crecimiento de estafas y la problemática indefensión de los usuarios ante la falta de regulaciones.
Hoy en día la balanza esta más equilibrada. Bitcoin no es «una cosa rara», sino un activo ampliamente conocido. Y aunque aún existen detractores con intereses muy claros, no son pocos los que se dedican a informar certeramente sobre el ecosistema. Al publicar tanto lo bueno como lo malo. El objetivo no debería ser promocionar a Bitcoin, sino educar a la gente sobre su funcionamiento y mantener al tanto a los usuarios sobre todas las noticias relacionadas al ecosistema. He allí la diferencia que algunos no quieren entender.
Bitcoin no necesita promotores, necesita personas capaces de reflexionar
Mas allá del ejercicio periodístico, todo aquel que se llame «bitcoiner» debe evitar las posturas que rayan en el fanatismo y la complacencia.
Si estamos de acuerdo con el protocolo de bitcoin y los principios que dieron vida a esta tecnología, entonces nos oponemos al status quo impuesto por los gobiernos y los poderosos. ¿Cuál es ese? El de estar complacido con una sola narrativa, aplaudiendo todo aquello que nos favorece y contrariando todo aquello que es distinto a nosotros.
Las “fake news” existen, pero también se ha convertido en el pretexto para desacreditar toda información
Asimismo, todo lo que es Bitcoin nos enseñó a incomodar, a no tener miedo de llevar la contraria. Porque muchos creen que esta nueva forma de dinero puede cambiar la sociedad, contraponiéndose a todo lo que nosotros dábamos por «hecho» y luchando obstinadamente contra las desigualdades.
Mientras pasa el tiempo y conocemos más sobre este ecosistema, es sumamente importante que cada uno de sus miembros mantenga su capacidad de reflexión abierta. Poder disentir es muy poderoso, tanto como el reconocimiento.
Al reconocer nuestros errores y aceptar que no todo siempre es hermoso en ese mundillo, tenemos mayor margen para mejorar. Si damos por sentado que Bitcoin y todo lo que nace de él es «perfecto» desde que se concibe, entonces no estamos dando espacio para el futuro. Nos volveremos rígidos, fanáticos e insoportables.