En el Salar de Uyuni en Bolivia, un llano de sal blanca que parece sacado de otro planeta, Karina Quispe observa con pena desde su empobrecido pueblo cómo se desarrolla una competencia internacional por el depósito de litio más grande del mundo.
En su pueblo de Julaca, al borde del salar, la mayoría de hombres han migrado a Chile en busca de trabajo, porque en la zona casi no hay empleo o beneficios pese a la gran riqueza mineral. “Este es un pueblo olvidado”, dijo Quispe a la agencia Reuters.
Paso lento
Mientras el gobierno boliviano se alista para anunciar un nuevo proyecto de extracción de litio junto a una o más empresas extranjeras, ella tiene esperanza de que su situación cambie.
Bolivia alista su proyecto más ambicioso hasta ahora para explotar el litio, mientras que fabricantes de autos y otros gobiernos están cada vez más desesperados para asegurarse una cadena de suministro del metal clave para las baterías que están alimentando la revolución de los vehículos eléctricos.
Pero el sueño de los pobladores de beneficiarse del litio puede no ser más real que los espejismos relucientes que han hecho famoso al Salar de Uyuni entre los turistas.
Desafíos para bolivianos
El país todavía enfrenta grandes desafíos para cumplir sus metas, según entrevistas de Reuters con más de una decena de funcionarios actuales y anteriores, así como con varios residentes locales.
Entre los mayores obstáculos figuran algunas limitaciones tecnológicas, la creciente resistencia ciudadana, la falta de un marco legal para el litio, y una incipiente batalla dentro del MAS (el partido de gobierno) sobre los impuestos y regalías que se les debería cobrar a las empresas, dijeron las fuentes citadas por la agencia de noticias.