Hablar de la llegada de Ethereum 2.0 por parte de sus desarrolladores se ha vuelto una espera, los retrasos han estado a la orden del día, y las reprogramaciones de los lanzamientos son cada vez más frecuentes.
Luego de la puesta en marcha de la blockchain de Ethereum 2.0 en diciembre del 2020 —que aún no confirma ni una sola transacción— parecía que la llegada final (la fusión o «The Merge») por fin estaba a la vuelta de la esquina. Se creía que la transición ocurriría de forma inminente, pero no. Aún quedan cosas por hacer.
Lo controversial en este asunto, más allá de los retrasos, es que Ethereum 2.0 no parece llenar las expectativas. Con cada nuevo adelanto que se publica, queda al descubierto que varias de las aspiraciones que esta nueva actualización con prueba de participación pretendía resolver, no se cumplirán, por lo menos, en el corto plazo.
¿Escalabilidad? Por ahora no
El tema de la escalabilidad en Ethereum es quizás, para mí, una de las expectativas más graves que viene a traer la llegada de la versión 2.0.
Algunos especialistas, como el propio Vitalik Buterin, promovían la idea de que Ethereum se convertiría en una red que, prácticamente, resolvía el trilema de las blockchains mejorando su escalablidad. Este concepto dicta que una red no puede ser escalable, segura y descentralizada, al mismo tiempo. Según esta teoría, se necesita sacrificar al menos uno de estos puntos para lograr los otros dos.
Lo cierto es que la red de Ethereum, en su versión 2.0 cumplirá con los propósitos de seguridad y descentralización, gracias al gran número de nodos. Pero quedará corta en términos de escalabilidad. Noticias recientes, demuestran que, en el corto plazo, una vez que Ethereum 2.0 sea lanzado, la red no será tan escalable como pretendía ser. Debido a esto, los desarrolladores quieren mover la carga de transacciones hacia los rollups y otras soluciones de segunda capa.
Los rollups son sistemas de intercambio de transacciones que funcionan paralelo a la red principal de Ethereum, haciendo las veces de una cadena lateral, pero sin fungir como tal, ya que solo «envuelven» —de allí su nombre rollups (enrollar)— en un único paquete, múltiples transacciones, ahorrando así comisiones a sus usuarios.
Si bien se espera que Ethereum 2.0 traiga consigo un crecimiento a la cantidad de transacciones por segundo que puede procesar la red, queda en duda si lo lograrán o no, ya que, ahora, el crecimiento dependerá de los rollups. El propio Vitalik Buterin, cocreador de Ethereum, ha insistido en este tema. Él considera que son la solución definitiva para los problemas de escalabilidad.
Pero no fue siempre así. En 2017, Buterin mostró una hoja de ruta que permitiría mejorar la escalabilidad dentro de Ethereum. Para 2019, la escalabilidad era un problema a resolver, y Ethereum 2.0 era un buen camino para dicho fin, tal como lo afirmaba el propio Buterin. Sin embargo, ahora la narrativa ha cambiado, a tal punto que la apuesta es lograr la inclusión de los rollups dentro de la red y, mientras tanto llevar la mayor cantidad posible de transacciones por fuera de la cadena principal.
No habrá comisiones bajas en Ethereum 2.0
Asumiendo que ya no habrá un Ethereum escalable, las expectativas del fin de las comisiones altas parece que tampoco se cumplirán.
En días reciente se conoció la noticia de que la llegada de Ethereum 2.0 no tendrá un impacto significativo dentro del manejo de las comisiones. Según algunos desarrolladores como Trenton Van Epps, esto se debe a que la evolución real en el proceso de reducción de las tarifas de red se dará en la capa 2 ¡la cual ya existe! El avance no estaría relacionado directamente sobre Ethereum 2.0 si no en los rollups.
Actualmente las comisiones en la red principal de Ethereum rondan los USD 2, pero se trata de algo aparentemente excepcional. Sus picos para septiembre del 2021 alcanzaban los USD 60 por transacción. Las altas tarifas duraron hasta inicios de marzo, con precios que rondaban los USD 10.
Ethereum actualmente vive un periodo de poca actividad en su red. Es decir, pocos usuarios están transando con ETH, lo que se traduce en bajas comisiones. Sin embargo, ¿qué garantiza que Ethereum 2.0 pueda tolerar una red congestionada?
Si las expectativas de las bajas comisiones están sobre el desarrollo de los rollups, el tiempo de llegada de este objetivo también puede demorar bastante. Los rollups son desarrollos independientes, con grupos de programadores pequeños y con retrasos a la orden del día, como ocurrió con el rollup zkSync 2.0.
Un desarrollo de apuestas
Bitcoin también ha sufrido este tipo de alzas en sus comisiones, pero tiene soluciones de segunda capa (Lightning Network) bastante poderosas y a la vez sencillas.
Ethereum apuesta a delegar este problema y que sean los rollups que resuelvan. Pero he aquí un problema: no todos los rollups son compatibles entre sí. Una plataforma puede operar sobre Optimistic, pero no ser compatibles para recibir fondos de otro rollup como Arbitrum. Los rollups hacen que Ethereum sea un poco complicado de utilizar y dificultan la interoperabilidad dentro del mismo ecosistema.
Si este «despelote», como le decimos en mi país, no consigue un rumbo correcto, no augura un buen futuro. Me preocupa bastante que todo se trate de apuestas y confianza ciega en los desarrolladores, quienes, vale decir, han sido criticados por los esquemas que intentan implementar en la red.
Un ejemplo de ello fue Hugo Nguyen, fundador y desarrollador de la wallet Bitcoin Nunchuk, quien comentó que los rollups traerían nuevos problemas a Ethereum. Él considera que no son una solución viable de escalabilidad, tomando en cuenta que la infraestructura de hardware que se requiere para ser un validador de estas diferentes redes de rollups es bastante costosa.
En este sentido, valido la crítica de Nguyen, ya que la escalabilidad que se dará dentro del ecosistema de Ethereum 2.0, podrá terminar desgastando la descentralización, debido a los altos costos que significarán poder participar en la red.
Falsas promesas, pero ¿de quién es la culpa?
Si bien puedo decir que es imposible señalar un culpable de las falsas expectativas generadas, la comunidad de desarrolladores sí tiene algo de responsabilidad. Estas expectativas nacieron, quizás, en usuarios particulares que comenzaron a replicar masivamente información incorrecta o desactualizada. Pero, los desarrolladores no desmintieron ninguna de estas expectativas. Era algo así como promover el FOMO (miedo a quedarse fuera, por sus siglas en ingles).
No hay un culpable «oficial», por así llamarlo. Sin embargo, la comunidad de especialistas en Ethereum ha «vendido la idea» de que la red se convertiría en un fenómeno. Se promovió la idea de que resolvería los graves problemas que sufre actualmente y que he descrito a lo largo del artículo: escalabilidad y comisiones.
El propio Buterin, quien es el líder detrás de todo lo que implica un desarrollo en Ethereum, parece ser el gran señalado. Buterin apostó a una solución real en Ethereum 2.0, sin embargo, no se van a cumplir esas promesas iniciales. Con el tiempo, fue cambiando las narrativas para mostrar que la blockchain por él desarrollada marcha por el camino correcto.
Junto con Buterin, diferentes personalidades se han dedicado a impulsar este mar de expectativas causantes de FOMO sobre lo que será Ethereum. En parte, lo entiendo. Para que esta red pueda lograr sus objetivos, necesita un mayor nivel de adopción. Con ello, tal parece que se han lanzado una campaña publicitaria vendiendo expectativas para que la gente se interese en Ethereum.
Retraso tras retraso
Algo que ha estado bastante marcado dentro de Ethereum ha sido su cronograma de retrasos. Cada vez que se anuncia una posible fecha para el lanzamiento de cualquier actualización, que esta sea postergada ya no sorprende a los usuarios.
Por ejemplo, la migración a la prueba de participación (de la que se habla desde los inicios de Ethereum) ha contado con numerosas fechas tentativas, ninguna de las cuales se cumplió hasta ahora.
En julio de 2020, ya anunciada la llegada de la Beacon Chain (blockchain de Ethereum 2.0), un debate entre dos desarrolladores importantes, Justin Drake y Vitalik Buterin, mostraba que no existía una fecha fija. Buterin apuntaba su llegada a mediados del 2020, mientras que Drake creía que llegaría para 2021. El hecho ocurrió, finalmente, en 2020.
Luego de ello, el propio Drake realizó una encuesta en abril de 2021 entre la comunidad de desarrolladores, sobre cuál creían que sería la fecha para la unión mínima viable (fusión de Ethereum 1.0 y 2.0), apuntando a junio del 2021 como un posible candidato. Un año después, se anuncia que, para junio de 2022, podría ser, ahora sí, que llegue la tan esperada fusión.
La narrativa, por lo menos a mí, me parece clara. Los desarrolladores no saben manejar las fechas pautadas. Esto se lo puedo atribuir a un sentimiento demasiado optimista por entregar un Ethereum 2.0 lo más rápido posible, y cuyo proceso ha sido mucho más demorado de lo esperado.
Esto de las reprogramaciones de fecha, si bien, con mi experiencia en el ámbito de la programación, sé que puede ser algo bastante normal, puede afectar a las expectativas de inversionistas y usuarios.
El antecedente de la EIP-1559 y las expectativas incumplidas
Los retrasos en Ethereum 2.0 no son la única expectativa incumplida por parte de Ethereum y su entorno de desarrolladores.
A mediados del 2021, se lanzó la EIP-1559, que buscaba reducir la emisión de ethers (criptomoneda de Ethereum) y se decía que bajaría las comisiones.
La expectativa sobre la baja de comisiones no salió de parte de alguna organización oficial, sino que la idea nació entre la comunidad. De todos modos, desde los entes encargados del desarrollo de Ethereum, no parece haber existido algún esfuerzo en aclarar estas dudas, o imprecisiones por parte de los usuarios.
Me imagino el escenario con la llegada de Ethereum 2.0: los usuarios e inversionistas se preguntarán “¿qué pasó con lo que prometieron? ¿fue un fracaso?” y los desarrolladores responderán: “nosotros no dijimos nada de eso”.